Una operación musical
La evolución de la medicina y las técnicas quirúrgicas mete
miedo. Hoy en día, y desde ya hace algunos años, no es necesario abrir al
paciente en canal para acceder a órganos vitales y operarlos. Basta con
introducir un catéter en arterias fundamentales (femoral, carótida…) para, a
través de él, meter una cámara guía que
llegue hasta ellos y, mediante láser o la de su madre, cortar, restañar y
reparar. Así se llega al corazón, a la próstata o al cerebro. Y el paisano o la
paisana, como si na. Tres días en el hospital y pa casa. Pero esti casu que vos
cuento ye distintu. Ye el de un músicu malagueñu que tenía un tumor en la
quijotera y un equipo de neurocirujanos pusiéronse a operalu sin el catéter
esi. Tras una pequeña dosis de anestesia -porque barrenar la cabeza duele un
poco y convenía que el paciente estuviera lúcido y despierto, ya que parece ser
que el cerebro no duele- le abrieron la tapa craneal y ahí empezó lo novedoso.
Un concierto de saxofón con todas las de la ley. Como lo oyen, oiga. Como no
todos los humanos tenemos la misma disposición cerebral (y si no, vean ustedes
a los políticos) se trataba de mapear el cerebro, esto es hacer una cartografía
de la sesera para saber qué zonas no podían tocarse ni un pelín. De manera que
el paciente comenzó a tocar el instrumento en el concierto de su vida ante un
auditorio de dieciséis cirujanos, enfermeras y otros técnicos que, cuando el
enfermo desafinaba, sabían que el lugar que habían tocado en el instante del
desafine estaba vedado. Y así, tras unas cuantas horas de intervención musical
y quirúrgica terminaron el mapa cerebral, extirparon el tumor y cerraron la
cabeza. ¡Listo, Charlie Parker, ya puedes irte con la música a otra parte!
Todo un éxito de una intervención delicada que constituye un
hito en la neurocirugía moderna y que, sin duda, servirá de precedente para futuras
intervenciones, sobre todo de aquellos que utilizan la materia gris para su trabajo
y quizás también de algunos que se dedican a eso de la política. Mika Waltari
ya nos lo descubrió en su novela “Sinuhé el egipcio”, donde nos narró las
peripecias de un médico que se dedicó a trepanar cráneos de forma muy
rudimentaria, con escoplo y martillo. Actualmente a eso bien se le puede llamar
“Trepaxofón”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario