

Pero es su hijo, y no el de ellos, el que de manera compulsiva arranca las hojas de la libreta y luego presenta las tareas incompletas; es su hijo y no el de ellos, el que no duerme, el que con casi nueve años se hacía pipi en la cama. Es su hijo el que fue expulsado del colegio sin motivo justo, es su hijo el que diariamente fue señalado, discriminado y lastimado emocionalmente durante toda su andadura escolar. Un niño no puede tener cólicos de gases hasta los quince años. Un niño no puede tener terrores nocturnos siete años seguidos, no puede tener gastroenteritis todas las semanas. Un niño por muy activo que sea necesita sus horas de descanso. Su hijo, ha sufrido mucho, tiene una capacidad intelectual extraordinaria que no puede desarrollar, es noble y con un corazón enorme, pero es más sensible de lo común, cariñoso y afectivo. Su hijo, es un niño cuyo único delito es tener unos neurotransmisores que no pueden funcionar como toca. Pero claro, esto no se ve desde fuera, y ya se sabe lo que ocurre cuando algo no se ve: si no se ve, no se cree.
Es muy difícil para una madre permanecer impasible. Sentir el dolor de un hijo como lo más demoledor del mundo, no hay palabras para explicarlo. Es el dolor que más duele. Es una madre, que solo ha recibido llamadas del colegio para quejarse del bajo rendimiento de su hijo y, de forma diplomática, acusarla de la poca atención que ha puesto en la educación y aprendizaje del niño. Cómo si hiciera falta que, además del malestar y dolor personal de verlo fracasar en el colegio, se la reprendiera por su mala educación. Una realidad de la que nadie es responsable como padre. Durante doce años que el niño ha estado en el colegio, el tutor, director y otros profesores la hicieron creer que apoyaban a su hijo y al final se dio cuenta que solo lo apoy
aban y alentaban cuando sus esfuerzos daban frutos y no porque ellos hicieran algo sino porque ella le animó desde casa. Tanto es así que, cuando él tenía días malos le retiraban su apoyo y solo manifestaban su mal comportamiento y falta de atención en el estudio. Lamentable en personas adultas, instituciones religiosas, templos para la educación. ¿No se puede terminar con esta situación? Este año su hijo se gradúa, ha llegado a 2º de bachiller con todo su esfuerzo y con el apoyo de toda la familia. En el anonimato. ¡Enhorabuena, al chico y a la madre!

Se trata de un trastorno neurológico del comportamiento caracterizado por distracción moderada a grave, períodos de atención breve, inquietud motora, inestabilidad emocional y conductas impulsivas. Esto es el “Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)”.
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