Ante el peligro
El día impronunciable de este mes se cumplen 55 años de la
muerte de quien fue mi actor predilecto, del hombre que estuvo Solo ante el peligro,
fue Policía montada del Canadá, El sargento York o un Inconquistable. Frank
James Cooper (1901, Helena, Montana-1961 Beberly Hills, California) fue el
actor que se afeitaba con un enorme cuchillo, del que se dijo que no sabía qué
hacer con las manos y que fue el mejor jinete de todos los que por entonces
hacían pelis de vaqueros. Actores como Gary Cooper pasaron a la leyenda del
séptimo arte y cuando falleció mi mente infantil creyó que con su marcha se
había acabado el western, que ya no habría nadie que se ocupara de pelear con
los malos y ponerlos en su sitio. Por suerte aún nos quedaban John Wayne y
James Stewart.
En aquella ciudad de la excelente película todos le dejaron
solo para enfrentarse a los siniestros malhechores que llegaban en el tren de
las 12 a.m. Hasta su flamante esposa, Grace Kelly le abandonó. La cosa estaba
jodida y nadie permanecía en las calles cuando el tren llegó. Pasó lo mismo que
hoy día en Sama cuando llega un sábado o un domingo por las tardes. Salgo con
Duke y no se ve un alma en la ciudad. No hay niños que jueguen en el parque,
nadie en la calle Dorado, en pleno centro. Talmente parece que en breve
llegarán los malos. En esos momentos, recuerdo a Gary Cooper y su entereza
afrontando la soledad. Luego, cuando el peligro pasó, arrojó su estrella de
sheriff y se marchó de la ciudad. Dicen que el film es toda una parodia sobre
la, por entonces, denominada “caza de brujas” del macartismo que fue una
implacable persecución de las glorias de Hollywood por ser acusados de comunistas.
Aquí ya no queda qué cazar, ni que pescar. Hasta las truchas se han ido del
Nalón. Y como Gary Cooper estamos solos ante el peligro de la despoblación y de
la más absoluta ruina. Sin pozos, sin fondos, y sin esperanza.
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