El plebiscito catalán
Convergencia Democrática de Cataluña y su asociado Ezquerra
Republicana del mismo sitio acaban de presentar la lista de candidatos a las
cacareadas elecciones del 27-S que, dicho sea de paso, aún no han sido
convocadas. Aquí siempre empiezan las cosas por el final. En esa lista, donde
están componentes de otros partidos soberanistas, los barandas principales de
este tinglado, Arturo y Oriol, van en cuarto y quinto lugar, respectiviguonder.
Qué raro, ¿no? Lo lógico y normal sería que fueran primero y segundo, si
realmente lo que se pretende con este vodevil es la celebración de unos
comicios. Pero no, lo tienen anunciado y lo que quieren hacer es un referéndum
disfrazado para, si ganan, ir a una declaración de independencia. Pero es que
además, si llega a ser así, Mas sería Presidente y Junqueras Vicepresidente.
¿Por qué este paripé?
Duke lo tiene muy claro. Es la guerra moderna, la de las
galaxias. En tiempos pretéritos cuando dos ejércitos se enfrentaban en
sangrienta batalla los comandantes al mando de cada parte encabezaban sus
tropas, siendo los primeros en entrar en fiero combate y, en ocasiones, también
en ser escabechados por el enemigo. Así lo hicieron Alejandro con sus
macedonios, Custer con su Séptimo de Caballería y nuestro Cid, aún cuando ya le
habían hecho fosfatina en una batalla anterior. Después llegaron las nuevas
guerras en las que los que comandaban las tropas se quedaban en la retaguardia
o en una colina para ver mejor la evolución de la contienda, como si fuera en
la tele. Y últimamente ya dirigen las batallas desde sus despachos tomando un
bourbon o, en este caso, un cava con fuet de Casatardellas. Eso sí, cuando
ganan para ellos es el triunfo, pero si pierden la culpa la tiene el gilipollas
que iba delante por no percatarse del peligro que tenía el enemigo.
En esto del problema catalán la cosa se presenta del mismo
modo. Los que liaron la madeja desde hace tiempo van bien resguardados entre
vanguardia, flancos y retaguardia, no sea que les caiga la primera hostia. Y
las que van detrás. Sin embargo para ellos serán los laureles en el triunfo, y
de no ser así -que es a lo que apunta-, la culpa será del Chachachá. De los
pringáos que ocuparon los tres primeros puestos de la lista. Mas estará pasado
de rosca con su locura soberanista, pero tonto no es. Y Junqueras, menos aún.
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