Una de dos, o Rajoy sabe inglés y Obama gallego -porque el otru día vilos yo por la tele hablando sin intérprete de por medio, y parez que se entendíen (los muy jodíos)-, o los dos hablen el “farfullo” que, como todos sabéis, es la lengua internacional de los que hablan y no escuchan. A estos dos debe de pasarles lo mismo que ocurrió hace unos años en Pola del Tordillo donde se incendió un edificio de ocho plantas. Alguien estaba en la azotea tan tranquilo, ajeno a lo que aconteciá bajo sus piés, al humo las llamas y la de su madre. A toda pastilla y haciendo sonar sus sirenas llegaron los bomberos y prepararon todo para el sofoco de las llamas y la extinción del incendio. Estando el apague en marcha, se percataron de la presencia del despistado en lo alto del edificio, y dos bomberos, megáfono en mano, le avisaron de que tenía que desalojar. “El de arriba, abandone el edificio que se va a quedar chicharrón”, gritaron una y otra vez sin que el osado visitante se enterara del ripio. En estas estaban cuando llegó el jefe de los valientes y abnegados apagantes. “¿Qué sucede?, ¿por qué está esa persona ahí arriba?”, pregunta a los del megáfono. “Nada, mi capitán, ya le hemos avisado y parece que no nos entiende. Debe de ser un turista”, contesta uno de ellos. El jefe arrebata el parato de la mano a su subordinado y grita por él: “¡Eh, Mister!, el de ahí arriba”… El interpelado, enfocando sus prismáticos hacia el suelo, contesta: “What?”. “Yuspikinglis?”, dice el capitán. “Yes”, contesta el empanáo. “Entonces, ¿qué haces que no bajas, gilipollas?”. Preparáu y multilingüe que era el jefe bombero del Tordillo. Y con una autoridá incuestionable.

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