Ye lo que tién esto del fútbol, que siempre ta mezcláo con la política y otres histories. Pero sobre to con la cosa pública, aunque aquí seamos una monarquía, que no ye lo mismo que ser monárquicos, que quede claro. Y ye también lo que tienen los domingos, que después de que los dos grandes hayan jugáo de sábado, y al márgen del sabadete -pa los seguidores del uno o del otru-, el vermú del día del señor se convierte en un vivo debate sobre los partidos y, desde luego, sobre lo que queda de liga. Pero es que, además, supone un verdadero tocamiento de gónadas de quienes siguen al ganador a los que -presuntamente- siguen al empatador. En esto las cosas no han cambiado con el paso de los años.
Yo, que como saben, soy culé declaráu, y un amigu míu que no ye ná -bueno ye artista, pero eso no tien na que ver con el deporte-, tábemos tomando un culete ayer mismo y salimos fuera a echar un pitu, por aquello del relaje, y en esto acércase otru amigu que ye merengue, también declaráu, tanto que tien línea directa con Florentino Pérez, el muy jodíu. Digo-i a Cesar, “después de los resultáos de ayer, verás el chorreo…”. Mira que yo no me suelo equivocar (ejem…), pero esta vez sí, equivoqueme: “Lo siento”, me dijo…, “to les veces no se pue ganar”. Y entró en e bar. Quedé de paté de cabracho. Y estaba diciendo-i a Cesar (el que no ye de nadie) que esi chaval era todo un caballero, cuando el susodicho da la vuelta y dizme que como ahora manda Mariano la liga va a ser p’al Madrid. “Antes mandaba ZP que era del Barça y ganabeis vosotros. Barcelona izquierda y Madrid derecha, ye to cosa de la coyuntura política”. Es éstas estábamos cuando alguien, que nos estaba escuchando sin que ninguno de los tres nos hubiéramos percatado, tercia en el debate y entra como un elefante en una cacharrería. De los tres que estábamos en la relajada conversación, el fulano solo conocía al blanco. Y al se dirigió, dejándonos al neutro y al culé como falsos testigos de una lección magistral de lo que es la vida sindical y política. Una lengua, rápida y atrevida, protagonista de un frío vermú invernal, y tres orejas acojonadas, y frías también, que sorprendidas oían -sin dar pábulo a las ondas- algo insospechado que no les resultaba extraño, porque lo presencian cada dos por tres, pero que nada tenía que ver con lo que allí guisábamos tres viejos conocidos. Y tal y como llegó, insospechadamente, se marchó, y nos dejó a los tres mudos, mirándonos unos a otro y otro a unos, como diciendo “¿y este satélite de dónde viene?”, pero sin decirlo. Y mi amigo neutro rompe el misterio y el hielo de la sorpresiva visita, y dice: “Claro, le dejasteis la puerta abierta, y entró hasta la cocina”.
En realidad, después de examinar repetidamente la escena, no se qué es lo que dijo aquel tío, ni lo que quiso decir. Me da la impresión de que su intención fue quedarse con la tropa, con nosotros tres y con un par de fulanos que le acompañaban. Seguro que además de politicusindicaleru era nacionalista y del Athlétic. O del Osasuna. Y nosotros hablando de fútbol. ¡Hay que jodese!
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