martes, 17 de enero de 2012

UN PASO AL FRENTE

Nos hemos acostumbrado a la corrupción
 Hasta aquí hemos llegado, y precisamente este momento de apreturas y calamidades económicas podría ser apropiado para que alguien diese un paso al frente y se comenzara a poner coto a tanto latrocinio y tanta corrupción. Desde los tiempos de Luis Roldán, primer civil que fue director general de la Benemérita, hasta los tiempos actuales de Camps, Matas y el Duque de Palma, han pasado casi dos décadas marcadas en este país por la obtención del dinero fácil y a espuertas. Cerca de veinte años que se caracterizaron por el ataque flagrante de personajes con responsabilidades públicas a las arcas de las instituciones. Por eso se han distinguido Mariano Rubio, Mario Conde, Javier de la Rosa, Rafael Vera y los ya mencionados, con cargos de responsabilidad en la Banca pública y privada y en las altas esferas de la seguridad del Estado, o Jesús Gil, Julián Muñoz y tantos otros que han detentado cargos menos relevantes, pero no por ello de menos responsabilidad, pero todos con un denominador común, haberse valido de su posición y de sus cargos para enriquecerse y enriquecer a sus amiguetes por si, en algún caso, los hubiera que ya tenían poco.

Del mismo modo que esos nombres nos resultan familiares, también nos resultan desgraciadamente conocidos y estamos familiarizados con términos jurídicos como “malversación”, “cohecho”, “prevaricación”, “fraude fiscal”, “evasión de divisas”, “estafa”… ¿Qué ciudadano de a pie sabía hace veinte o veinticinco años lo que era prevaricar, malversar o cometer cohecho? Ahora, en estos duros tiempos, lo sabe hasta el menos estudiado porque nos hemos acostumbrado a vivir en una sociedad corrupta que nos ha metido en la sesera eso de la “Presunción de inocencia” y ya hasta nos parece normal y cotidiano que un alcalde meta la mano en las arcas municipales, que un consejero autonómico se deje comprar o que quien está emparentado con la más alta institución del Estado haga de su privilegiado status un modo de llevarse la viruta de tirios y troyanos, por poner solo algún ejemplo. Nos hemos acostumbrado por desgracia. O nos han hecho acostumbrarnos después de tantísimos casos tratados con tibieza y dilatados en el tiempo por la poca o nula operatividad de una justicia lenta que posibilita la eternización de ciertos asuntos de enjundia en los tribunales de justicia y, en consecuencia, su olvido por la ciudadanía.

Si al Duque de Palma se le obligó hace unos años a fijar su residencia en EE.UU. a la vista de los turbios manejos de la fundación que presidía, ¿qué impide que, ahora que se están testando todas sus irregularidades y ya está imputado, se le compela de igual modo a que regrese y se ponga ya a disposición de la justicia? ¿Por qué han de mediar más de dos meses para que comparezca y preste declaración? ¿Tiene algo que ver la Infanta en todo este tramado? Suponemos que las cabezas pensantes de Zarzuela se estarán tirando de los pelos para encontrar la salida menos onerosa para la Corona a este feo asunto. Pero alguien debería de tener la valentía de dar un paso al frente y despejar alguna de estas dudas. Un ambiguo discurso navideño no es suficiente. 

Imágenes de Google

No hay comentarios:

Publicar un comentario