Investidura
Cuando han pasado cerca de dos meses de los últimos comicios
parece que empieza a vislumbrarse el final del largo túnel que hemos atravesado
desde previas las Navidades. Tenemos fechas para las más que posibles dos
sesiones de investidura, e incluso la tenemos para las muy probables nuevas
elecciones. El 26 de junio. Seis meses con un gobierno en funciones y lo que
venga después que, si es igual que lo de ahora, nos situará en casi un año de
interregno. Por fin los plazos empiezan a correr, pero aún desconocemos si los
equipos negociadores de los tres partidos en liza han llegado a algún pacto de
investidura o de gobierno. Talmente parece que no han llegado a nada, lo que
hace pensar que Pedro Sánchez se ha tirado a una piscina vacía sin el más
mínimo temor a darse el castañazo o, alternativamente, lo han cocinado en los
sótanos, sí hay principios de acuerdo, cuanto menos, y nos espera un gobierno
de coalición entre socialistas y podemistas, con independentistas de palmeros.
Con ello quedarían abiertas las puertas que tanto se han cerrado unos a otros,
y borradas las líneas rojas que han pintado. Toda una falsa representación para
llegar a tocar poder.
Sin embargo nos da toda la impresión de que en el actual
estado de la cosas quien más las está teatralizando es Pablo Iglesias con sus
continuas comparecencias ante los medios de comunicación y con sus cien folios
de mínimos exigibles, vicepresidencia y carteras incluidas, ante los que los
socialistas se han llevado las manos a la cabeza y dónde se prevé una alianza
poco menos que imposible. Referéndum para Cataluña, para intervenciones
militares y hasta para ir al lavabo; incremento del gasto público y de impuestos
para cubrirlo; revisión de la reducción del déficit pactado con la UE, entre
otras medidas que nos parecen inasumibles por nuestro país. Algo que nos hace
recordar los recientes acontecimientos de
Alexis Tsipras en Grecia para acabar donde terminó. Agachando las orejas
y pasando por las imposiciones de la Troika. Todo ello nos hace vaticinar que
P.I. no quiere pactos sino nuevas elecciones que le situarían previsiblemente
en una posición mucho más ventajosa que la que ahora tiene y acabaría con un
ambicioso Pedro Sánchez y su histórico partido. Ese sería el cambio en puertas
de una segunda recesión.
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