Extravío
El sábado pasáu sábado hacía un viento de la virgen.
Llevávalo to, hasta el vendaval. De hecho a mi arrancome el sombreru en un par
de ocasiones, y eso que lu llevo bien enroscáu en la quijotera. Y en esto
empezó a llover a cántaros, como en la canción aquella, y metime en un portal a
esperar a ver si paraba un poco mientras echaba un pitu cuando, empujáu por una
ráfaga, en medio de la calle aparez una cosu grande y oscuru. ¡Qué cosa más
rara!, dije pa mi mismu yo. Y pese al pingue, acérqueme, y cogí el cosu del
suelu. ¡Insólito!, un abrigu sin muyer dentro, con el frío que hacía y la que
taba cayendo. Miré pa izquierda, derecha, alante y atrás -como en la canción- y
no ví a nadie sospechosa de haber perdío un abrigu. De to les formes quedé allí
quince minutos pa ver si aparecía la susodicha. Pero na. Así que, como en
Langreo no hay Oficina de Abrigos Perdíos, llevelu pa casa pensando que se me
ocurriría algo que hacer. De hecho, salí y dejé avisu en un supermercáo de por
allí cerca. “Si bien alguien preguntando, que lu describa y si acierta ya-í lu
daré cuando pase el frío”, dije a la dependienta.
Al día siguiente colgué una nota en una red d’eses y quedé a
la espera que apareciera una moyer muerta frío que me dijera que el abrigu ye
así y de la otra manera, que lu compró en Vega de la Torda, que lo trae la
etiqueta de dentro y que pesa ocho o diez kilos. Que los debe pesar,
¡gunsumadre! Y quedé pensando cómo haríen esos que alguna vez encuentren un
faju de billetes de la de dios. ¿Cómo los identifica el que los perdió?, ¿sabrá
el número de serie de cada uno, o tendralos firmáos? En fin, que les coses de
valor siempre son de alguien. Y esi alguien tien que saber identificales, si no
pa el que lo encuentra. Lo que pasa ye que luego llega Montoro, el ministro, y
diz que hay que forar p’ol abrigu, igual que si te tocara la lotería. Un 20 %,
macho. En eso no había caío el menda, así que saques tú también les tijeres
-como hacen ellos- y “raca”, a cortar los pespuntes de les mangues. Y dásiles
al baranda, “toma el impuestu”. Ahora a ver qué hago yo con un abrigu de muyer
y sin mangues. Pues como ye carnaval y quédame cortu, pongo cara de cabrón del
far-west y úsolu de chaleco.
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