Bacterias y otros bichos
Nadie sabe dónde están, pero resulta que está lleno de ellos.
Por todos lados. Son las bacterias, esos seres bondadosos de los que dicen que
hay 300.000 millones de trillones (póngolo así porque si lo hago cifrado
termino el artículo y tovía no acabé de poner ceros). La verdá ye que yo
pensaba que había doscientos o trescientos menos, pero un especialista español
que ye dotor en una universidá parisina dijo que había esi número de bacteries
y que más del 95 % eren buenes. Oílu yo el otru día en la radio. Pero fíate tú.
Del doctor no, de les bacteries males. Con que sólo haya un 1 % ya habría 3.000
millones de trillones y tendría que escribir un libru pa poner tantos ceros,
que ya sabemos que no valen pa na, pero sin van detrás de un tres son la de su
madre, y además tocamos a unes cuantes por cabeza Según esi expertu también se
puen medir p’ol pesu. Por ejemplo, diz él que cada uno de nosotros tenemos un kilo
d’elles en el intestino, aunque Duke piensa que hay algunos, y algunes, que por
el tamaño del bandullu deben tener cuatro o cinco. Pero no pasa ná porque la
mayoría son buenes. Ayuden a hacer la digestión y al expulse.
Duke y yo estábamos asustados, pensando en esto y en quién
será el que se dedica al recuento, cuando aparece nuestro amigo Hermógenes con
una revista de ciencia -para no variar- en la mano. Ya sabéis que Hermo de
estas cosas sabe la de dios. Y empieza a decirme que hay nuevos descubrimientos
en el campo de la genética que dejan en pañales a la ciencia conocida. Que hay
que ponerse a estudiar otra vez y lo anterior vale de muy poco. Que los
descubridores de ahora están dejando en evidencia a los de antes. Con el culo
al descubierto. Cuando le comento lo de las bacterias me dice que eso es igual
que lo de las galaxias, de las que hay no se cuántos millones de ellas, y de
los miles de millones de estrellas que tiene la nuestra. Ya, le dije, pero
seguro que hay tovía más bacteries que estrelles. Y con su habitual sonrisa me
dice, “yo no se cómo cuentan esas cosas pero lo cierto es que, salvo que haya
unas decenas abajo o arriba, no se equivocan en nada”.
Lo de los científicos estos es de admirar. Lo observadores
que son, la paciencia que tienen y lo bien que cuentan. Con estos pensamientos
no pude conciliar el sueño y tuve que ponerme a contar ovejas. Cuando acabé me
puse con las bacterias.
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