El germen de la delincuencia
Fractura de tibia y peroné, dislocación de hombro y fractura
de clavícula por sendas patadas a dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía, lesiones
torácicas por un puñetazo en el pecho a otra agente y desgarros musculares en
una pierna a un cuarto policía. De un muerdo. Ese es el desaguisado que ha
hecho un tierno angelito de dieciséis años en la madrugada del pasado fin de
semana en Oviedo. Por lo que se ve un menor colombiano. Lo de su nacionalidad
es lo de menos, como si es de la república popular de la Cochabamba, que luego
llegan algunos y nos tildan de xenófobos. Lo mismo nos da un hideputa del
Caribe que del mar de la China o de la ciudad de La Regenta. No deja de ser un
hideputa, por muy menor que sea, de manera que no quiero ni pensar qué es lo
que en el futuro llegará a hacer este polluelo cuando sea un gallo con un par
de espolones. Pero es que, además, una vez que fue detenido se le intervino una
llave de grifa y un cuchillo de doble hoja que, suponemos, no eran para
arreglar una cañería ni para filetear un solomillo de avestruz. El caso es que,
obviando el perfil del pavo, estamos ante el eterno asunto de los protocolos
policiales cuando tienen que enfrentarse a alguna persona violenta. Si les está
permitida la utilización de la fuerza y de los medios disuasorios de que van
provistos o, por el contrario, han de repeler las agresiones con una palmadita
en la espalda acompañada de un consejo paternalista como aquello de que hay que
ser bueno, portarse bien y no romper los retrovisores de los coches. Y tal.
Sobre todo cuando de menores se trata tienes que pensártelo
dos o tres veces no sea que le des media colleja y te busques la ruina. Porque
luego viene algún juez y sentencia que no se han usado los medios
proporcionales para repeler la agresión. Y que conste que no sólo se trata de
actuar en defensa propia, que también, sino de detener e inmovilizar a un
fulano agresivo y peligroso del que, previamente, desconocen si viene de
escabechar negritos en Nigeria y si ha hecho o no la primera comunión. Son
policías y tienen que resolver un hecho concreto por lo que deben de poder usar
los medios apropiados para ello sin temor a que luego se les caiga el pelo. El
ministerio del Interior y la judicatura deberían de ponerse de acuerdo en estas
cosas y consagrar la hostia bien dada. Sin besito, pero también sin acritud ni
ánimo de hacer pupa.
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