Sobre el uso del sombrero
A lo mejor este que les habla es el primero que falla en
esto. Tal vez sea así, pero Duke está convencido de que no todo el mundo puede
llevar sombrero. Me refiero al de verdad, de fieltro en invierno y de panamá en
verano, y a los hombres, claro. Porque a la mayoría les sienta como un tiro
trabuquero. A las damas no, pueden ponerse lo que quieran que están divinas de
la muerte y encantadoramente guapas, como siempre. Algunas. Decía mi abuelo que
en sus tiempos la gorra o la boina se llevaba para que los obreros se la
quitaran delante del patrón, y el sombrero para que los caballeros lo hicieran
delante de las señoras. No me refiero a esos sombreros blandos, arrugados que
se llevan ahora y que hace un tiempo se han puesto de moda, que sales a la
calle y, en vez de paraguas, todo el mundo lleva uno en la cabeza como si
fueran de pesca por plena calle Dorado y estuvieran en una convención de
trucheros del Nalón. La cosa va del sombrero de fieltro tradicional, y de
quienes se lo ponen. Supongo que el problema no es que encaje fatal con la ropa
o el aspecto que tenemos ahora que no llevamos largas gabardinas ni podemos
fumar en ningún lado como lo harían Bogart o Gardel, sino el hecho evidente de
que no sabemos qué hacer con él.
La santa, que tampoco tiene ni pajolera idea, dice: “Te ves
muy guapo y elegante con ese chapó, Pepejose. Pareces el caballero que no has
sido en tu puta vida”. Y Pepejose, tras probarse el chapeau veinte veces ante
el espejo, sale a la calle sintiéndose un caballero de lo más cinematográfico.
De manera que puedes verle con el sombrero encasquetado en un café, en una
sidrería, en el vestíbulo de un hotel, de visita en la Santa Cueva, paseándose
entre las mesas de un restaurante de Oviedo o visitando una exposición de
Eduardo Úrculo, por aquello de encajar con el ambiente. Tan satisfecho, el
gilipollas. Ignorando que al entrar bajo un techo, lo mismo que en presencia de
una señora o de alguien mayor y respetable, lo primero que hace un hombre
educado es descubrirse. Lleve lo que lleve, gorra, boina o sombrero.
Aparte la pinta de cada cual, cuando de verdad se nota si
alguien sabe usar sombrero o no, es cuando se tiene en las manos y no en la cabeza.
Ahí está el detalle, y la diferencia entre un caballero y un snob advenedizo o
un aldeano de infantería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario