La buena disposición
Una amiga me decía no hace mucho que ”hay gente que tiene
magia, que hace bonito un enfado, que transforma lágrimas en carcajadas, que te
da la mano, que tiene arte en los ojos y en los labios…”, en definitiva gente
positiva que siempre tiene una sonrisa y una buena palabra para todos aunque se
esté muriendo por dentro. Todos conoceremos a pocas personas así. Sin embargo
seguro que sí sabremos de muchas que se las puede definir como todo lo
contrario: quejicas, miedosos, hipocondríacos… Personas tristes que andan por
ahí como alma en pena y que no se conforman con su desgracia sino que siempre
pretenden hacer partícipes de ella a los demás. No hace mucho hice una visita a
un amigo que estaba hospitalizado con una dolencia severa, sin pronóstico
médico definitivo y en espera de diversas pruebas ya hechas y otras pendientes.
Estaba algo asustado ante la incertidumbre pero en ningún caso me trasmitió
negatividad ante el futuro. Llevaba con él un tiempo cuando se presentó en la
habitación una señora grandota que iba a visitar al compañero de habitación de
mi amigo con el que estaba la que parecía ser su esposa. El hombre, malo de
verdad, emitía quejidos intermitentes que denotaban los dolores que padecía. Y
la recién llegada, sin mediar unas buenas tardes ni saludo alguno, comenzó
diciendo que había aprovechado a visitarle porque había ido allí a ver a
Fulanita que estaba en las últimas y a punto de ser sedada definitivamente.
Luego prosiguió contando al enfermo que ella misma sufría horrores con sus
hemorroides y su reuma. “Así que no te quejes”, le dijo al hombre que la miraba
asustado. Y se marchó sin decir adiós. Mi amigo me hizo un gesto de fastidio
con los ojos.
“Hay gente que te roba suspiros y versos, que te rompe
miedos, que te besa heridas y que usa canciones para darte los buenos días”
(sic). Siempre con optimismo.
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