Faltas de higiene
Hace algunos días que, para mi sorpresa, vi una foto en la
noche ovetense que mostraba varios jabalíes a la altura del campo de fútbol,
algo que me saca de quicio, que me enerva y me cabrea. Nunca soporté ver a los
cerdos en la calle ni en lugares públicos. Me enervan las personas que no
recogen las caquitas de sus mascotas, las que escupen en las aceras, las que
orinan en cualquier rincón a la vista de la peña o las que ventosean en sitios
cerrados como los ascensores y dejan allí el aroma para deleite de propios y
extraños. Paseando el otro día con mi viejo amigo a la altura del polideportivo
J.C. Beiro vi a un señor ya mayor que se disponía a hacer un pis justo en la
valla que separa el paseo de las vías de Renfe. Di la vuelta y viendo que un
hombre más joven que acompañaba al anciano se había rezagado en espera de la
micción me dirigí a él para decirle que comentase a su amigo que aquel no era
el lugar apropiado para tal menester, que por allí pasaban trenes con gente que
miraba el paisaje y que aquello no era una escena muy agradable sino más bien
todo lo contrario. El hombre se quedó con la copla y justo en el mismo momento
que el anciano subía su cremallera pasó lo anunciado, un tren con dirección a
Oviedo.
Se perfectamente que a partir de ciertas edades cuando
aprieta la vejiga a uno le entran ganas de hacerlo en cualquier sitio, pero
esos “unos” deberían de circular por lugares donde, ante cualquier eventualidad
prostática, pudieran hacerlo tranquila y discretamente y, sobre todo, sin
ofender la vista de quienes aún no tienen esos achaques o, teniéndolos, se
preocupan de que siempre haya a mano
lugares para el desahogue. Por eso y otras cosas que todos conocemos no me
gustan los “Pigs” (cerdos) en la calles porque, como dije a aquel hombre, en
una caso como aquel puede provocarse un descarrile sin que maquinista ni pasaje
tengan culpa alguna en el siniestro. Nunca mejor dicho.
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