Razón tiene la diputada conservadora al echar al vuelo expresión tan mal sonante, y en pleno hemiciclo: “¡Que se jodan!”. Acabarán poniéndole una placa o encargándole a Antonio López que la pinte por el módico precio de doscientos o trecientos mil mortadelos, como a Pacocascos, para acabar colgándolo en la sede del foro donde ha efectuado tan brillante discurso. Y digo que tiene razón porque lo cierto es que nos estamos jodiendo, o más bien nos están jodiendo ellos y los que como ellos se callan como putas y no la echan a gorrazos del Parlamento, de Madrid y del País entero. Por méritos propios Andrea Fabra ha entrado en la historia de lo más cutre de nuestra joven y “jodida” democracia insultando a más de cinco millones de españoles de ahora y algún millón más de dentro de poco, faltando al respeto a todos los que perciben el seguro de desempleo, a los que empezarán a percibirlo y a quienes no tienen ni esa suerte, muchos de los cuales la han votado y puesto ahí a ella, a su padre y a la madre que lo parió. Y ese exabrupto lo ha efectuado con el regocijo de quien siente su manduque y sus regalías aseguradas, sin que corran peligro de que un eventual recorte por parte de los suyos la dejen en las puertas del hambre y de la miseria, sin preocuparse lo más mínimo de las negras sombras que se ciernen sobre este país de sobrados y acomodados. Y también acomodadas.

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