La difícil situación de la economía
A estas alturas de la película ya no queda nadie a quien se le escape que los tiempos que vivimos no son de recesión, como califican en el gobierno y en la UE, sino de “Depresión”, si me apuran, por no hablar de “Opresión”. Cosas de la semántica de la macroeconomía. Cada uno que lo llame o lo defina como le apetezca, o como mejor se acomode a sus circunstancias. Lo cierto es que ésta es la triste realidad. Como él mismo reconoció la semana pasada, habían prometido no subir impuestos sino bajarlos, pero no contaban con la gravedad a la que llegarían la cosas y, ante esta gravísima gravedad, no han tenido más alternativa que hacer justamente lo contrario a lo prometido. No nos embauque, Don Mariano. No nos diga que no turró a su antecesor por activa y pasiva hacia dónde nos encaminábamos, no hace más de un año, y de ahí para atrás, pronosticando los cinco millones de parados, y de ahí para adelante (donde ahora nos encontramos). ¿Qué es eso que dice De Guindos, el baranda de Economía, de que dentro de tres años los españoles tendremos una buena noticia? ¿Volveremos a ganar el Mundial, o qué? Y mientras tanto, ¿seguiremos teniendo malas noticias como las de la semana pasada? Largo nos lo fiáis, vive dios. ¡Qué negro panorama!
Sobre otro aún más negro, si aún cabe. El futuro del carbón y de las cuencas Mineras de nuestras inquietudes y preocupaciones. Mal nos lo auguráis si el ministro Soria amenaza con elaborar unilateralmente un Plan de Carbón hasta 2018. Duke le sugiere un Plan, Don Mariano: “Nacionalice la Minería del Carbón”, como hizo con Bankia. Total son unas pelillas de nada. Apórtenos treinta o cuarenta mil millones de mortadelos y le prometemos no volver a quemar barricadas, no marchar sobre Madrid, ni encerrarnos en lo más profundo de la tierra. Porfa, Don Rajoy, sea usted generoso con quienes siempre lo fueron con el país entero.
Aunque, siguiendo el símil bíblico, el corazón del Faraón se ha endurecido. ¿Serán necesarios tiempos de plagas y hambruna y luego una travesía de 40 años por la miseria? Los tiempos del “Culebras” han pasado a la historia, Presidente. Ni usted es omnipotente faraón, ni los mineros han sido históricamente un pueblo errante. Todo lo contrario, aman esta tierra y tienen sus pies bien asentados en ella. O debajo de ella, como prefiera. ¡Con dos cojones!
Imágenes de Google
A estas alturas de la película ya no queda nadie a quien se le escape que los tiempos que vivimos no son de recesión, como califican en el gobierno y en la UE, sino de “Depresión”, si me apuran, por no hablar de “Opresión”. Cosas de la semántica de la macroeconomía. Cada uno que lo llame o lo defina como le apetezca, o como mejor se acomode a sus circunstancias. Lo cierto es que ésta es la triste realidad. Como él mismo reconoció la semana pasada, habían prometido no subir impuestos sino bajarlos, pero no contaban con la gravedad a la que llegarían la cosas y, ante esta gravísima gravedad, no han tenido más alternativa que hacer justamente lo contrario a lo prometido. No nos embauque, Don Mariano. No nos diga que no turró a su antecesor por activa y pasiva hacia dónde nos encaminábamos, no hace más de un año, y de ahí para atrás, pronosticando los cinco millones de parados, y de ahí para adelante (donde ahora nos encontramos). ¿Qué es eso que dice De Guindos, el baranda de Economía, de que dentro de tres años los españoles tendremos una buena noticia? ¿Volveremos a ganar el Mundial, o qué? Y mientras tanto, ¿seguiremos teniendo malas noticias como las de la semana pasada? Largo nos lo fiáis, vive dios. ¡Qué negro panorama!
Sobre otro aún más negro, si aún cabe. El futuro del carbón y de las cuencas Mineras de nuestras inquietudes y preocupaciones. Mal nos lo auguráis si el ministro Soria amenaza con elaborar unilateralmente un Plan de Carbón hasta 2018. Duke le sugiere un Plan, Don Mariano: “Nacionalice la Minería del Carbón”, como hizo con Bankia. Total son unas pelillas de nada. Apórtenos treinta o cuarenta mil millones de mortadelos y le prometemos no volver a quemar barricadas, no marchar sobre Madrid, ni encerrarnos en lo más profundo de la tierra. Porfa, Don Rajoy, sea usted generoso con quienes siempre lo fueron con el país entero.
Aunque, siguiendo el símil bíblico, el corazón del Faraón se ha endurecido. ¿Serán necesarios tiempos de plagas y hambruna y luego una travesía de 40 años por la miseria? Los tiempos del “Culebras” han pasado a la historia, Presidente. Ni usted es omnipotente faraón, ni los mineros han sido históricamente un pueblo errante. Todo lo contrario, aman esta tierra y tienen sus pies bien asentados en ella. O debajo de ella, como prefiera. ¡Con dos cojones!
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