Fabulando sobre el terrorismo
Es una de esas mañanas otoñales en las que da gusto pasear
bajo ese sol casi pegado al horizonte, ese sol que nunca más volverán a ver las
víctimas de los atentados de París pero que, en cambio, sí continúan
contemplando sus verdugos. Y en ese paseo, con Duke y sus pensamientos por toda
compañía, vamos cavilando sobre cuáles serán los próximos acontecimientos. En
estas nos viene a la mollera algo metafórico. Podríamos decir una parábola.
Piensen ustedes que, al lado de su casa, tienen una finca de su propiedad donde
han plantado todo tipo de hortalizas. Ya saben, ajos, cebollas, guisantes y,
quizás también, alguna maría (por aquello de “entre col y col, lechuga”). Una
plaga de langosta ha empezado a hacerse dueña de la finca y a acabar con el
sembrado. ¿Qué hacer? Llevan ustedes un tiempo pensando en la posible solución,
en la forma de acabar con la plaga. ¿Fumigan o utilizan otro remedio?, y en
este último caso, ¿cuál? Estos bichos no entienden, con ellos no cabe la
diplomacia, la negociación. De manera que, cuando aún quedan algunas plantas en
pie, se deciden a exterminarlas con veneno aún sabiendo que ese fumigue puede
también perjudicarles a ustedes. De igual forma convencidos que, aunque acaben
con esa plaga, las langostas seguirán existiendo y, conociendo el camino,
volverán, con seguridad. Si no son de esa especie, serán de otra. Con sus
vecinos, temerosos también, deciden buscar el origen de los insectos. Saben
bien de dónde proceden, como también saben que los hay diseminados por otros
lugares y que procrean de forma constante e ininterrumpida. Pese a ello, porque
no hay manera de negociar con ellos, van en su busca provistos de cantidades
industriales de veneno y dispuestos a gastar lo que sea con tal de eliminarlos.
Mientras tanto, alguno de sus vecinos ya ha recolectado y ha cerrado sus
huertos, las ventanas de sus casas, y han suspendido alguna visita de amigos
que ya había sido concertada tiempo atrás. Algunos de ellos se oponen a la
acción de exterminio por razones variadas y pensando en lo que las plagas
supusieron en su historia.
En estas estaba cuando terminábamos el paseo y un gran
nubarrón eclipsó al astro rey. Otro día seguiremos pensando en una solución.
Marcelino M. González
No hay comentarios:
Publicar un comentario