Sentimientos parisinos
Hacer belleza, realzar los sentimientos, rendir un último
homenaje a las infortunados a quienes el destino quiso llevar allí cuando los
locos decidieron sembrar el horror llenando de cadáveres el centro de la ciudad
de la luz. “Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único. Espero que
algún día te unas a nosotros, y el mundo será uno solo”. De toda la
tragedia que causaron los asesinos descerebrados en la noche parisina del
viernes, 13 de noviembre, ese será mi recuerdo para el futuro. En la noche de
la incredulidad, del pánico y el temor en todo occidente. Era sábado, el día
después, y un hombre, conduciendo un ciclomotor, se dirige hacia las inmediaciones
de la sala de fiestas donde habían sido asesinadas más de ochenta personas,
jóvenes en su mayoría. Transporta un piano sobre un remolque enganchado a su
moto. Se para frente al infausto lugar, descarga el piano y comienza a teclear
las bellas y tristes notas de su particular “Imagine”, la canción estandarte de los pacíficos, el himno
internacional de la paz. Y los ciudadanos que están allí, en silencio,
colocando ramos de flores y velas encendidas en un sentido acto de recuerdo a
las víctimas, se paran y escuchan con recogimiento la hermosa melodía
interpretada por un anónimo desde lo más profundo de su ser. “Nada
por lo que matar o morir, ni tampoco religión. Imagina a todo el mundo,
viviendo la vida en paz”.
John Lennon, víctima también de la locura y la sinrazón ya
hace casi 35 años, se habrá regocijado con esta escena desde su celestial
paraíso. Como también lo habrá hecho contemplando a los espectadores del
Estadio parisino donde se jugaba un amistoso entre franceses y alemanes,
público que de forma espontánea comenzó a entonar “La Marsellesa”, su himno
nacional. Lo mismo que hizo de manera improvisada Plácido Domingo en un teatro
de la Gran Manzana. Lo mismo que hicieron millones de personas en todo el
mundo, expresando de alguna forma que ellos también estaban en Pataclán. Como
hace once meses eran Charlie Ebdó, ante la anterior locura de los malditos
asesinos. Mientras unos adjudican responsabilidades, otros se reconfortan con
esto. Con un hombre anónimo sentado al piano. “Imagínate a todo el mundo,
compartiendo el mundo…”. (John Lennon).
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