Leyendo esti título, ¿a que pensastéis que voy a hablar de Bárcenas, de Pere Navarro o del militar esi que destapa viejos rencores y antiguos patrioterismos?, que todos ellos, de por sí, junto con tantos otros, nos tienen revueltas las tripas de asco y repudio. Pues no. Quiero hablavos de la culiebra esa que anda perdía por Laviana que no ye un escalagüerzu, ni ná que se-í parezca. Ye un limiagu de casi seis metros. ¡Manda güevos! Eses lombrices no se críen aquí, ¡qué va! Eso ye cosa del Amazonas o el Kalahari o la madre que lo parió. Donde los elefantes, vamos. Y en el Parque de Redes, que yo sepa, no hay ningún paquidermo. El casu ye que, como no ye natural de aquí -ni de Tolivia ni de Barredos-, alguien debió traela pa dama de compañía como si se tratase de un conejo, un gatu o un perrín. Lo que pasa ye que el gusanito creció, hízose grande y, una de dos: o el dueñu lu echó de casa por vagu -eso de comer un xiatu y tar digiriéndolu dos meses y mediu-, o ye que marchó por su propia voluntá, porque taba hasta la cola de comer siempre cabritu con patatinos. El casu ye que ni ta en casa, ni nadie sabe quién ye el amu del ofidio de los cojones. Y la cuestión ta cruda porque, con el frío que haz, el bicho quitó la gabardina, la camisa y hasta los zapatos, dejolo allí -tiráo como una colilla-, y marchó a buscase la vida. Pa que después digan que estos animalinos tienen la sangre fría. ¡Hay que jodese!, una “Pitón” en Laviana y, hoy jueves que doy a la tecla, el mercáo a tope. Yo taría encerráu en casa, no sea que me pegue un bocáu, o me coma a Duke como si fuese un pinchu de tortilla. Eso sí que no.
El baranda del so dueñu pensó que, cuando creciera, podía tenela n’el pasillo de casa, pero hay pocos pasillos con seis metros. Así que pa la calle, que mide más. Que té a gusto y estirá. Por ejemplo: pa la calle La Libertá. Pero ye que el Seprona (estos son la virgen pa les coses de la fauna) no la vió por allí, además ye una calle muy concurría y extráñame muncho que no la haya visto Albino Suárez, que ye muy observador d’estes coses. De manera que, como diz él, seguro que se metió en al Ayuntamientu donde los de la menetérica no tienen competencia, y como los municipales solo se dediquen a poner multes ta allí tan tranquila esperando a que Adrián Barbón -que-í gusten muncho les bufandes- la adopte como adornu p’al pescuezu. ¡Ay, Alcalde!, en cualquier momento vas abrir el despachu y salte la culiebra a date un lametón. ¡Cuidáo, amigu!, no tien veneno, pero estrangula que te cagas.
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