Las idas y vueltas de los soberanistas.
Dice la portavoz del Gobern, Neus Munté que el compromiso
sobre la celebración del referéndum independentista sigue “intacto”, ante la afirmación
de los socialistas catalanes de que el declarar desierto el concurso para la
adquisición de las urnas necesarias para el evento del primero de octubre no es
más que un pretexto para no convocarlo dado que, con toda seguridad, no llegará
a celebrarse. Parece ser que en toda Cataluña no hay ni un solo fabricante de
urnas especiales para consultas independentistas ilegales, no se si me explico.
Mira tú si no habrá industrias de metacrilatos o asimilados que puedan
ensamblar seis paneles y colocar una ranura en uno de ellos hasta hacer una
caja que puede costar 20 ó 30 euros para, al final, vender decenas de miles a
la Generalitat, que si lo calculan puede resultar un pastón nada desdeñable.
Sabiendo como miran los catalanes por la pela resulta verdaderamente
extraño que nadie haya acudido al concurso. Otra cosa es que los de Puigdemont
hayan hecho alguna especificación irrealizable, o que en cada urna estuviera
impresa la señera o que las hubieran encargado con doble fondo en el que ya
estarían incluidas las papeletas confirmatorias de las pretensiones
soberanistas. Esto es el sí a la pregunta: “¿Quiere que Cataluña sea un Estado
independiente en forma de república?”.
Pero al margen de que los eventuales fabricantes de urnas legales para
elecciones y referéndums legales hayan obviado la convocatoria por temor a
tener que pasar por las responsabilidades penales a que hubiera lugar, lo
cierto es que el Gobern no dispone por lo pronto del receptáculo imprescindible
para el fin que persiguen y presentimos que van a tenerlo muy difícil, a no ser
que se lo encarguen a los chinos o requisen de todos los contribuyentes los
cerditos donde guardan sus ahorros. Sería una gochada de consulta, pero muy
fashion.
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Tras el vergonzoso fracaso del concurso para la adquisición
de urnas, el gobierno de Puigdemont ha inventado una Ley de Referéndum que aún
no es norma, ni jurídica ni leches. Es un texto que pretenden aprobar por la
vía de urgencia en el último momento, de manera que el gobierno central
disponga del menor tiempo posible para reaccionar y, de esta forma, hacer
posible el acto de la consulta con o sin urnas, y con o sin viruta porque les
han quitado la necesaria para llevarla a cabo. Y han tenido el morro y la
osadía de presentar la pseudonorma en el Teatro Nacional de Cataluña, como si
se tratara de un sainete cualquiera. La ruleta sigue girando y el gobierno
central se pone de perfil, como afirman algunos, a verlas pasar. Los mismos que
afirman que debería de iniciarse un proceso de diálogo para evitar el choque de
trenes y que tenga que aplicarse el artículo 155 de nuestra Carta Magna. Pero
las cartas están echadas y nosotros tenemos la seguridad de que se producirá
ese choque, dado que con el periodo vacacional de por medio no resta tiempo
para nada, sólo para huir hacia adelante por un lado, y permanecer a la espera
por el otro.
Queda por ver quienes serán los valientes que firmen el
documento que deroga el estado español y todas sus leyes, incluida la suprema,
como también estamos en espera de qué es lo que harán los funcionarios
(secretarios, Mosos D’Escuadra y todos los que tengan que intervenir en la
ilegal consulta), y también la disposición de los ciudadanos que sean llamados
a mesa. Aunque, en realidad, estamos seguros de que quedaremos sin conocer todo
eso, salvo la firma de la que llaman Ley de Referéndum, porque en ese mismo
momento se pondrá en marcha la maquinaria del Estado -día D, hora H-, el
Constitucional anulará la norma de forma inmediata y en ese instante se
producirá el descarrile del independentismo. Ni urnas, ni euros, ni colegios
electorales. Intervención del Estado y fin de trayecto.
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