No se trata de cargar las tintas contra nuestra Policía Local, la Nacional o, incluso, la Montada del Canadá, no. En esto no hay que echar las culpas y responsabilizar a nuestros aguerridos representantes de las fuerzas del orden, porque es que hay muchos que en cuanto hay un incidente que provoca cierta alarma social ya dan rienda suelta a las “sin hueso” y pone a parir a los uniformados, a sus jefes y a quienes se les pongan a tiro. Evidentemente, si hubieran estado allí en aquellos precisos instantes esos gamberretes no habrían pinchado ningún coche, o habrían esperado a que desaparecieran para hacerlo. El caso es que no estaban, y algún hideputa, sólo o en compañía de otros hideputas, se dedicaron a pinchar los neumáticos de todos los coches que encontraron a su paso en la samense madrugada del sábado pasado. Sistemáticamente, uno tras otro. Unos hablan de quince, otros de cuarenta, quizás hayan sido más. De manera que, con casi todos los talleres cerrados, los hubo que tuvieron que suspender su salida de vacaciones o a la playa. Por culpa de unos descerebrados que salen de cualquier bar, puestos hasta las trancas y envalentonados por aquello del grupo, el alcohol y las drogas, y queman papeleras, sierran los barrotes de los bancos, destrozan árboles y farolas, rompen lunas o, como en este caso, pinchan o rajan las ruedas de los coches. Valientes que son, los muy cabrones.

Por eso, a falta de un buen garrote, no nos queda otra que despacharnos de esta cariñosa forma: “Sois unos bastardos, machotes”. ¿O acaso esperabais que os llamara guapos?
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