martes, 4 de septiembre de 2012

MALDITOS BASTARDOS

Vandalismo nocturno
No se trata de cargar las tintas contra nuestra Policía Local, la Nacional o, incluso, la Montada del Canadá, no. En esto no hay que echar las culpas y responsabilizar a nuestros aguerridos representantes de las fuerzas del orden, porque es que hay muchos que en cuanto hay un incidente que provoca cierta alarma social ya dan rienda suelta a las “sin hueso” y pone a parir a los uniformados, a sus jefes y a quienes se les pongan a tiro. Evidentemente, si hubieran estado allí en aquellos precisos instantes esos gamberretes no habrían pinchado ningún coche, o habrían esperado a que desaparecieran para hacerlo. El caso es que no estaban, y algún hideputa, sólo o en compañía de otros hideputas, se dedicaron a pinchar los neumáticos de todos los coches que encontraron a su paso en la samense madrugada del sábado pasado. Sistemáticamente, uno tras otro. Unos hablan de quince, otros de cuarenta, quizás hayan sido más. De manera que, con casi todos los talleres cerrados, los hubo que tuvieron que suspender su salida de vacaciones o a la playa. Por culpa de unos descerebrados que salen de cualquier bar, puestos hasta las trancas y envalentonados por aquello del grupo, el alcohol y las drogas, y queman papeleras, sierran los barrotes de los bancos, destrozan árboles y farolas, rompen lunas o, como en este caso, pinchan o rajan las ruedas de los coches. Valientes que son, los muy cabrones.

 Muchos de nosotros recordamos otros tiempos, de infausta memoria, cuando alguien que era sorprendido en la comisión de un acto vandálico de esta índole se le ponían las peras al cuarto con una buena dosis de jarabe de palo. Entonces, difícilmente volvían a reincidir en sus graciosas travesuras. Su espalda y sus costillas se encargaban de recordarles las consecuencias de sus actos. Por suerte en estos tiempos esos métodos han sido desterrados, sin embargo no dejan de echarse de menos cuando se dan casos como éste. En cambio, si los pillan se les instruyen diligencias por daños, hay un juicio cuando media denuncia, una multa imposible de pagar en la mayoría de los casos, y a la calle. A hacer lo propio otro sábado cualquiera. 

Por eso, a falta de un buen garrote, no nos queda otra que despacharnos de esta cariñosa forma: “Sois unos bastardos, machotes”. ¿O acaso esperabais que os llamara guapos?

Imágenes de Google

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