He vuelto a encontrarme con mi amigo de la infancia que fue víctima de las nuevas tecnologías cuando son mal utilizadas. Que tuvo que romper con su esposa después de treinta y tres años, cuando descubrió que sufría una infidelidad cibernética y quizás algo más que eso. Me cuenta que cada día su afectación sicológica es más fuerte. Hoy día abundan los casos de separaciones matrimoniales por este motivo. Se trata de amas de casa y hombres jubilados que, después de muchos años de casados, llevan una vida monótona, aburrida y de repente descubren el mundo de la informática. Al principio de forma inocente matan el tiempo con cualquier cosa, con algún juego que otro. Luego del juego pasan a chatear con unas y con otros hasta que conocen a alguien que les cae simpático. “Dame tu número de teléfono y nos conocemos”, “dame tu correo electrónico y te mando un PowerPoint”…, “ahora conecta la cámara que quiero verte en persona”, se dicen a medida que progresa la relación. Así un día tras otro y cada vez empleando más tiempo, más pegados a la pantalla. Esto les estimula para vivir el día a día, ya no hay otras cosas, hasta que acaban siendo infieles a su pareja de toda una vida. Luego la abandonan sin importarles dejar atrás una familia destrozada, rota y afectada sicológicamente, justificándose bajo mil excusas: “nuestro matrimonio ya no funcionaba”. Otra mentira. Y se la creen. Piensan que internet es el futuro de las relaciones personales, que la vida son cuatro días y hay que vivirlos a tope. Al pie de un ordenador.
A través de internet uno nunca sabe con qué se va a encontrar. Ahí, en la red de redes, está todo. Lo bueno y lo malo, la cultura y el delito, la belleza, la corrupción y, en el caso que nos ocupa, el amor mal entendido, la ingratitud y la infidelidad. Existen muchos engaños, muchas mentiras y como dice el refrán, vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer, aunque en el caso de mi amigo, su mujer lo interpretara al revés: para ella sirvió más lo malo desconocido que lo bueno que ya conocía. Y mi viejo y querido amigo cree, y así me lo dice, que esto también es violencia de género a la inversa, de la mujer hacia el hombre y se siente seriamente afectado psíquicamente. Con vehemencia inusitada me dice que hace años, al llegar a la edad madura, era el hombre quien solía dejar a su mujer para irse con una más joven y que, sin embargo, ahora ya empieza a ocurrir todo lo contrario: es ella quien se va con alguien desconocido. Y me da su explicación: abandonando a su familia adquieren una situación privilegiada, con buena paga, sin necesidad de tener que ir a trabajar, sin cargas familiares y así tener todo el tiempo para seguir con sus fantasías y buscarse nuevas aventuras. Aunque no comparto ese pensamiento es evidente que lo entiendo. Como él dice, y estamos de acuerdo, estos casos abundan y proliferan cada vez más, sin embargo en la mayoría de los casos quienes resultan afectados y perjudicados permanecen en la más absoluta de las ignorancias. Sin enterarse de que su esposa, o esposo, le es infiel con un ordenador. Que le traiciona con una máquina.
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