Un experto en llegar.
Cinco temas para desarrollar por escrito durante un máximo de
dos horas en aquel miércoles santo de hace cuarenta años. Derecho Romano, el
Pretor, su espada y armario, las acciones y su catálogo, según el genial y
excelente profesor, Gerardo Turiel, ya desaparecido. Un camión cargado de
mueble esperando a llevarme para montarlo en Alcobendas. Pasada la una de la
tarde emprendimos viaje a Madrid y, en vísperas de Semana Santa, allí empezó mi
calvario. “Sama-París”, rezaba el toldo del trasporte, el conductor tartamudo y
yo cansado de intentar colocar latinajos, sin lograrlo. La duración del viaje
por entonces estaba prevista en unas siete horas, sin paradas, y a la altura de
Mieres escuché los primeros compases del “Poromponpero”, y luego “Mi carro”, y
después “Anita”, y más tarde… En León tenía a Manolo Escobar clavado en el oído
y la quijotera, pero el pavo ni se inmutaba, seguía erre que erre con aquellas
malditas casettes. ¡Madrecita, María del Carmen…!
Por entonces yo aún no conocía el lugar de destino, de manera
que aterrizamos en Madrid por puerta de Hierro y me extrañó que el chofer no
utilizara la M-30 para tomar el desvío, así es que le pregunté si sabía por
dónde ir. “Cla…, claro, estoy acos… tumbrado a andar por Paris y Bruselas (todo
en tartaja), me contestó. Sonaba “Que viva España”, cuando el tío apagó el
dichoso aparato, con evidentes signos de confusión. Se había perdido y no tenía
ni pajolera idea de en qué lugar estábamos. Y nos dieron las nueve y las diez,
y las once…, y nos paramos varias veces a preguntar, hasta que un guardia nos
dijo que estábamos al sur de la capital y debíamos de ir hacia el norte. “Tomen
la M-30, por allí”, nos indicó. Y tras media hora vimos el indicador de la
ciudad: ALCOBENDAS (así de grande), ante cuya visión, en una gran recta de
entrada, el hombre exclamó sorprendido: “Meca, aquí pusiéronme una multa el añu
pasáu” (en tartaja). Por poco me tiro a su yugular. Por fin llegamos, nos
ayudaron a descargar el mueble y el conductor tomó el camino de vuelta. Seguro
que acabó en Logroño.