Se trata
de dos edificios contiguos en la calle Constitución de Sama, esquina con
Fernández Rebollos, donde tuvieron su emplazamiento varios negocios muy conocidos
a través de la historia local, todos ellos ya cerrados hace muchos años, al
igual que las viviendas de sus distintas plantas. Ningún comercio y ningún
inquilino. Sólo habitan en él las palomas, los murciélagos y las ratas. Con
unos cincuenta metros lineales de fachada a las dos calles y alguno más a lo
largo del patio, que fue, del café Toniher (hoy tomado por la vegetación),
estamos hablando de lo que podría ser un solar de unos dos mil metros
cuadrados, justo a la entrada de la población, donde podrían habilitarse un
buen número de plazas de aparcamiento de las que estamos tan necesitados. Para
ello, como resulta palmario y evidente, habría que proceder a la demolición
(“Ruina”, LNE de 10/09/2012). ¿Recuerdan ustedes los casos de la Plaza de Abastos
y el Teatro de Langreo?, aquellos desastres no avisaron.
Ahora que nuestro consistorio ha iniciado un plan
para la demolición de inmuebles ruinosos del concejo no estaría nada mal que
empezasen por éstos que son la viva imagen de una ciudad en el más absoluto
declive. Cierto es que uno de ellos está catalogado y protegida su fachada por
esos de Patrimonio del Principado que no ven estas cosas en Oviedo ni en Gijón,
motivo por el cual el constructor no inicia la obras, dado el alto costo que
supondría mantener esa fachada. Ni las iniciará en tanto el edificio no se
descatalogue o se venga abajo (“Alerta”, LNE 13/01/17).
Pues de tanto avisar “que viene el lobo” y de no
hacer el mínimo caso al aviso, el lobo acabó por llegar para causar daños
menores, pero daños al fin y al cabo que ponen en evidencia el peligro de
desplome de estos inmuebles. Porque en la madrugada del 13 al 14 del pasado
diciembre se desprendió uno de los voladizos del cuarto de baño de la fachada
trasera del edificio no protegido, dejando a la vista su interior (bañera,
lavabo y cisterna). Tras llamada a la Policía Local se personó en mi domicilio
un agente que tomó nota y fotografías del siniestro, asegurándome que haría el
correspondiente informe para hacerlo llegar a los servicios técnicos
municipales. Me puse a su disposición para que entraran en mi casa si querían
verlo. Nadie llamó y a nadie vi que comprobara el estado de los edificios,
porque es que ambos tejados están hundidos y las fachadas traseras seriamente
dañadas. Este hecho, queridos amigos, es un aviso con mucha más gravedad del
que hice en mis dos artículos anteriores. Es un peligro cierto e inminente en
este invierno de vientos y quizás de fuertes lluvias y alguna nevada. Ellos
sabrán lo que hacen.