jueves, 30 de junio de 2011

CASORIOS


Daniel Craig y Rachel Weisz se han casado en secreto. Pa quien no lo sepa él ye el últimu James Bond y ella la prota de Ágora, la peli esa de Amenábar. No podía ser de otra manera, un agente secretu que se casa en secreto. Con solo cuatro testigos y creo que el cura. A esti pasu ni él mismu va a saber que está casáu. Con tanto sigilo. Y digo yo, si lo hicieron en secreto ¿cómo ye que se enteraron LA NUEVA ESPAÑA, el Niuyortaimes y el Pola del Tordillo Jeral? También se casó Luis Rollán, uno que dicen que ye periodista del programa esi de cotilleo, pero esti casose por lo moderno, con otru chaval altu y guapu él que debe tener un pisu en Marbella y un Mercedes, por que si no ya me dirás. Pero estos chorbos hiciéronlo por lo periodístico, o sea con dos o tres mil invitáos, tele en directo, colegas del programa, polémica de si lo vendieron a les revistes o no, y la madre que lo parió. La diferencia entre un casoriu y otru ye que en el primeru los contrayentes (que se casen el uno contra el otru) después del sarao dedíquense a los d’ellos. Él a pegar tiros y salvar al mundo de los malos y élla a sus labores, esto ye a hacer películas de romanos. Sin embargo los otros, los segundos, dedíquense a explotar el asuntu. A contar quién estaba, por qué no invitaron a Maripuri y sí lo hicieron con Marichín, y muches otres pijáes que no importen a nadie -y a Duke menos- pero que llénayos la saca y tienen pa tirar una temporaína a cuerpo de rey. Hasta que se separen, porque resulta que él no ye lo que pensaba al principio, y saliome ingratu y traidor. Que lo único que quería era fama y viruta, boba. Después a contalo otra vez a la tele y a les revistes pa volver a hacer caja. Sin embargo los primeros aunque también suelen divorciase, hácenlo también en secreto de forma que nunca sepamos con quién está casáu el agente 007. Pues claro, de veintitantes películes nunca repitió mocina. Yeins pa este coses ye muy suyu. No se agita. Solo se mezcla, como el martini. Pa luego separáse sin dificultá.

A todos estos personajes del couché y el celuloide no les pasa como al resto de los mortales. Los primeros se exhiben en la tele, en las revistas y en dónde pinte. Los demás se dedican a observar, a comentar, criticar y, casi siempre, a envidiar. Previo paso por la taquilla de la prensa rosa, de la tele rosa, de la radio rosa… No lo duden, es lo que más vende. Y ellos lo saben y lo explotan hasta pasarse tres o cuatro pueblos. Pero da igual los pueblos están para eso. Al fin y al cabo, esto de casarse, separarse y divorciarse, cuando se trata de estas gentes es igual que el rascar. Todo es empezar.

Y cuando en las cuestiones políticas uno ya no sabe qué decir, porque todo está dicho y, si no, está a punto de decirse, estamos cogiéndole apego a eso de la crónica social, las belenes, los jorgejavieres, la isla y la madre que… Todo con tal de olvidarnos de las mentiras y de los vaivenes de la política y la economía. Aunque también sea mentira, lo de estos no nos hunde en la miseria. Nos cabrea, pero solo cuesta lo que un café.

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martes, 28 de junio de 2011

GOLFOS MUSICALES


Es éste un mundo cada vez más loco donde un tercio de la población se muere de hambre y unos pocos, a veces anónimos y otras no, se permiten lujos cuyo coste podría satisfacer las necesidades de cientos de miles de personas que penan por un puñado de arroz o un mendrugo de pan. Hace escasos días un comprador desconocido pagó en una subasta virtual la friolera de once millones de euros por un violín fabricado en 1721. Un stradivarius solo para coleccionistas muchimillonarios. El Lady Blunt, bautizado así en honor a una nieta de Lord Byron, fue un instrumento que pasó por un sinfín se manos como las del virtuoso Yehudi Menuhin y que llegó a estar desaparecido durante casi un siglo, abandonado entre los trastos de un ático. En perfecto estado de conservación y capaz de arrancar de sus cuerdas los más hermosos sonidos, después de infinitud de vicisitudes la Fundación Japonesa de la Música se ha desprendido de su joya más preciada en beneficio de los damnificados por el tsunami de Fukushima.

El millonario acontecimiento nos trae a la memoria un hecho real acaecido hace algunos años en un lugar de esta piel de toro repleta de pillos y golfos. Pongamos que sucedió en Pola del Tordillo, donde sucede lo más inverosímil que uno pueda imaginarse. Fue noticia en diversos medios de prensa.

Al bar del pueblo llegó un hombre con aspecto desaliñado que tras consumir un refresco solicitó al dueño del establecimiento que le vigilase su equipaje mientras hacía una visita a un conocido del lugar. Se trataba de una mochila y un violín. Descuide, yo lo vigilo. Y el bohemio se fue del bar prometiendo estar de regreso en dos o tres horas. Al poco entraron en el café dos señores de mediana edad, encorbatados. Daban sensación de ser ejecutivos, o algo así. Se sentaron y comenzaron a charlar distendidamente. En esto uno de ellos se dirigió al rincón donde estaba el equipaje del bohemio y tomando el violín entre sus manos exclamó: ¿Has visto Juan?, un Guarneri. ¿Nos permite, señor? -refiriéndose al dueño del local-. Tras un intercambio de palabras los señores quisieron comprar la pieza. ¿Cuánto pide usted por él?, dijeron al barman. Este les explicó que el violín no le pertenecía, que lo habían dejado allí en custodia y que no tardarían en volver a recogerlo. Los forasteros insistieron. Llegaron a ofrecer por el preciado instrumento un millón de pesetas y poco convencido el hombre rechazó la oferta. Le pidieron que lo pensara y quedaron en volver a por la respuesta y, en su caso, a abonarle la viruta. Algo más tarde volvió el desarrapado, recogió sus cosas, dio las gracias y estaba a punto de irse cuando el dueño del local le interpeló ofreciéndole doscientas mil por el violín. No puedo vendérselo, repuso. Es con lo que me gano la vida. Trescientas mil, remató el chigrero. De mala gana el hombre aceptó, cobró su dinero y se fue. Frotándose las manos, el barman había hecho el día.

Las ranas criaron pelo y el timado hostelero aún está esperando el regreso de los otros con el millón de pesetas. El instrumento no valía ni el precio de su madera.

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domingo, 26 de junio de 2011

PARA MEJORAR


Mira tú si esto de la puñetera crisis será grave que ya hasta los probes dan limosna. Como te lo digo, colega. Sin ir más lejos, ayer mismo pasaba por delante de un supermercado cuando veo salir de su interior a un hombre que suele mendigar a la puerta de otro super de la zona. Salía cargado de bolsas. Las posó en el suelo, sacó unas monedas y las depositó en el pequeño cesto de un coleguilla que, a su vez, pedía a las puertas del establecimiento. Me quedé de pasta de boniato. Hoy por ti, mañana por mí, debió de pensar el comprador, que no es de aquí sino de Pola del Tordillo pero allí ya han cerrado el super. Su dueño pide en Langreo y lo que gana lo gasta en Langreo. Algo que muchos no hacen, que van a gastárselo a casa su madre. Hay que joderse, cómo se ha puesto el panorama. El buen samaritano recogió sus bolsas y se fue dejando alucinado al mendigo que con los ojos como platos contaba los mortadelillos que le había dejado el otro. Me acerqué y, al tiempo que le dí una moneda, le pregunté si podía decirme cuánto le había dado el anterior. Dos euros, me dijo. Este está forrao, siempre se porta muy bien. Nunca me da menos de un euro. En fin, vivir para ver, y no salir del asombro.

A la vista de estos extraños aconteceres uno se pregunta cómo es posible que alguien que en su día fue un honrado y próspero comerciante deje su pueblo y su profesión para dedicarse a la mendicidad. Se lo pregunté hoy mismo al verle a las puertas de su supermercado -suyo porque es donde trabaja-. ¿Pordiosero yo?, no, por dios. No he hecho más que cambiar de trabajo. Para mejorar, me dice. Antes eran todo preocupaciones: que si los madrugones para recibir la fruta, la carne y el pescado, que si te faltaba una empleada, que si un atraco… Todo eran problemas y hace tres años se puso aún peor. Ahora, aunque en ocasiones pase frío o calor, no tengo de qué preocuparme y duermo a pierna suelta. La gente se porta muy bien conmigo, saco para comer y para darme algún capricho. ¿Qué más puedo pedir?

Efectivamente, mi amigo el pedigüeño es feliz así. Ahora es un honrado y, yo diría que, también próspero pobre. De todas formas quiero ir más allá y le pregunto qué piensa del futuro, su pensión para el mañana, y me dice algo que me pone los pelos de punta: Cada vez quedan menos que aportan para las futuras pensiones y más para cobrarlas. Eso se acabará pronto. Entonces, ¿para qué tirar el dinero? En tiempos de vacas flacas tengo menos cargas que muchos que difícilmente pueden soportar sus responsabilidades para con sus empleados, la Seguridad Social y el fisco, y eso cuando no tienen que detraer de su peculio privado el dinero necesario para costear esos gastos. Suerte que tienen quienes no necesitan hacerlo. Sin embargo no era mi caso, de manera que antes de arruinarme decidí cerrar. Ahora no debo nada a nadie y me gano la vida trabajando a la intemperie durante ocho o diez horas al día. Es duro y nada seguro, pero lo único seguro en esta vida es la muerte. ¿O no?.

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viernes, 24 de junio de 2011

EL MOTIVO


Supongo que recuerdan la canción de María Dolores Pradera porque, al igual que la dama, sigue vigente y escuchándose en las ondas. Hay canciones que permanecen en la memoria, siguen versionándose década tras década y son eternas. Ésta es una de ellas. Alguno me dirá que letra y música son de Chabuca Granda o de los Sabandeños, y yo le diré que a lo mejor, tal vez o yo que se. Lo que nadie me negará es que fue Mariloli la que más la cantó y sigue cantando, gracias a su poderosa y personal voz. Claro, como que ye d’ella: “Jazmines en el pelo y rosas en la cara/airosa caminaba la flor de la canela/derramaba lisura y a su paso dejaba/aroma de mixtura que en el pecho llevaba”. Y no les canto más. A lo que vamos: corría el año de nuestro señor 1974 -mira tú si llovió desde entonces-, era mi primer año de facultad y a ella me dirigía con un compañero en entretenida conversación (posiblemente fuese de chicas o mujeres) cuando de pronto resonó en toda la plaza un blom, plaf, catacrac, o como se pueda denominar a la onomatopeya de un golpe, más bien de uno tras otro. Inmediatamente dirigimos la mirada hacia el lugar de donde procedían aquellos tremendos ruidos. Cuatro coches, cuatro, estaban parados en la calzada y empezaban a abrirse sus puertas para dar paso a sus conductores que, con las manos en la cabeza iban a comprobar el alcance del estropicio. Alcance precisamente es lo que había ocurrido. Presumiblemente el primero había reducido su velocidad por algún motivo, al segundo no le dio tiempo a frenar y tampoco al tercero y al cuarto. También por algún motivo. Evidentemente mi amigo y yo dimos en un periquete con él.

Erguida, sin inmutarse por el percance, caminaba con su rubia melena al viento sobre unos tacones de diez o veinte centímetros, meneando las caderas y también -por qué no decirlo- sus poderosas razones torácicas que no sujetaba ningún dispositivo con ballenas, tan solo una breve camiseta pegada a la piel como un guante de cirujano. Ese había sido el motivo del alcance vehicular, y no era para menos. Créanme.

Que por qué les cuento esto después de tantos años. Muy sencillo, primero porque por entonces Duke no les daba la vara en estas páginas, y segundo porque algo parecido le ocurrió hace unos días a un querido y célebre amigo. Él mismo me lo contó. Paseaba en bicicleta por el carril al efecto cuando vio a un tío que -según sus propias palabras- subía hasta por encima de la cabeza una enorme piedra, la mantenía en alto unos segundos y volvía a bajarla, repitiendo la operación sucesivamente y sin descanso. Mi colega le rebasó y, sin dar crédito a sus ojos, continuó mirando hacia atrás pensando para sí que el fulano estaba majara, cuando de repente un banco del paseo se cruzó en su camino y se fue de morros contra el suelo yendo a parar a un parterre de flores de temporada. No las había de canela, pero sí alguna que otra ortiga. Dicen que la curiosidad mató al gato.

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martes, 21 de junio de 2011

AGUJEROS NEGROS



Termino de leer una noticia que dice textualmente: “Una estrella engullida por un agujero negro”. Parez ser que haz 3.800 años, mes arriba o mes abajo, una estrelluca del tamaño del sol, tonelá arriba o tonelá abajo, pasaba cerca de un bujeru negru de esos y por no mirar por dónde iba cayó dentro d’el. Según la noticia, esi ye el resultáo de una investigación de varios científicos, entre ellos uno andaluz, que dicen que lo vieron el pasau 28 de marzo, por unes radiaciones o no se qué cosa. ¿Tarán seguros o eso de lo que era resultao ye de una tayá de la de su madre?, porque yo no lo creo, oye. A ver, ¿por qué saben estos científicos que la estrellina y el furacu estaben a esa distancia?, ¿acasu lo midiéron? Ahora resulta que no sabemos muches coses de la actualidá y saben lo que pasó allá’lantre en la era del testamentu antigu. Buscaron al Nani y a Roldán que estaben más cerca, no hubo manera y encuentren esto sin buscalo. Y ¿por qué saben que el furacu era negru, eh? si allí en el espacio siempre ye de noche cerrá. El casu ye que debe ser verdá porque dícenlo éstos que son astrofísicos, que saben lo que no está escrito y tienen unos telescopios del copón. Además viéronlo los de la NASA que esos venlo tó, menos los aviones de Bin Laden.

Además dicen que aquí en la nuestra galaxia eso no pué pasar porque el sol ta lejos del furacu central y “no corre el riesgo de ser engullido”. Ya ho. Fíjate tú que Grecia está tovía más lejos que el sol y ya cayó en el furacu, igual que Irlanda y Portugal. Los vecinos europeos ayúdenlos a salir del pozu y al pocu tiempu, ¡zaca!, otra vez que vuelven a caer. Los griegos, porque los otros, viendo lo que yos pasó a los helenos, rodearánlu. Vamos digo yo. Esto no pasaba cuando Platón y Aristóteles. Entonces los griegos eren más espabilaos, habíen aprendío con los filósofos aquellos. Fíjate que inventaron los Juegos Olímpicos y el nudismo. Sí ho, corríen en pelotas. Como están ahora.

El casu ye que los demás no escarmentamos. Primero fueron 90.000 millones de Mortadelos. Como no puén pagalo, ahora vamos a dayos otros tantos. Y después seguro que el doble. Si nos queda. La Merkel, que no ye boba, diz que los bancos europeos son los que tienen que aflojar la viruta y poner el güevu. Y tién razón Gelines, ¿no son los bancos los que tienen les perres? -aunque en el casu de Botín les tenga en uno de Suiza que ye más seguru-, pues que les suelten, que fue por culpa de ellos lo del buracu esi. Tanto especular, tanto especular y tuvieron que ser los erarios nacionales los que fueron a rescatalos. Pues ahora que rescaten ellos, no te jode. Lo que pasa ye que los teutones pa esto son muy suyos. Gústayos ayudar a la gente y total, antes que ir ellos mismos a pedir les perres al banco, que sea el banco el que yos de el préstamo a los helenos. Directamente. Así ganen tiempu y ahorrenyos un pastón en comisiones. Sin embargo los franchutes y nosotros no estamos de acuerdu, no. Ye normal: tamos acostumbráos a poner el cazu.

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viernes, 17 de junio de 2011

LA MUJER SIN CHÁNDAL



Lo malo que tiene esto de dar la vara un día y otro es que, en alguna ocasión, viene uno y te replica. Hace que te bajes de las nubes y te pone en el lugar que te corresponde. En la tierra, con los pies en el suelo y, a veces, hundido hasta la cintura, hecho fosfatina y replanteándote tus veleidades sociales, cuando no con irrefrenables deseos de tirarte al primer tren que pase. Mira chaval, yo no escribo, lo que no quiere decir que no piense, ¿vale? ¿O te crees tú el poseedor de la verdad absoluta?, te dicen. Eso mismo escuché de labios de una niña, sin dobleces, a calzón quitado, como dicen estos políticos que nunca se desprenden de ellos. Las verdades a la cara. Faltaría más.

Tú que presumes de leal y sincero tienes más capas que un árbol milenario, nunca se cómo interpretarte. Por más que te expliques. Quisiera saber si vas, vienes o estás agazapado, esperando a que pase y ver cómo me comporto. Siempre tengo la impresión de que me tomas el pelo, de que te burlas de mí y del mundo. Y ahora con éstas estoy convencida de que eres un canalla. Político, más que político.

De una sentada me dio este repaso. Era el que me faltaba por escuchar, que me pongan en el mismo saco donde están esos a quienes tanto critico. Sonrojado, como me puse, intenté un asomo de justificación. “Pero yo…” Quedó en el ensayo. “Nada de peros. Ya está bien de aprovecharte de mi buena voluntad. Hasta nunca”. Me quedé mudo y derrotado. Eso había conseguido aquella mujer sin chándal, siempre con una camiseta, un pantalón corto y unas zapatillas. Menuda ella, de largo pelo rizado, siempre sonriente y con limpia expresión en el rostro. Aquella chica que siempre me había sorprendido por su generosidad. Aquel alma que siempre había tendido sus manos y abierto su corazón a todos. También a mí. Y voy yo y lo estropeo todo. Tiro por el balcón todo el acerbo de confianza que había tenido conmigo. Seré imbécil.

La había conocido por pura casualidad. Camino de algún lugar con un palacio y bordeada de amapolas la carretera. Nos cruzamos, simplemente. Y se encendió una luz. Fueron tiempos novedosos, repletos de aventuras en cada esquina de la ruta, en cada rincón del paisaje. Todo estaba por descubrir al alcance de nuestros sentidos. Sin embargo hace tiempo que no voy allí. Todo nos fue rebelado y ya no merece la pena. Ella ya no está.

Después solo hablábamos en las ondas, con la distancia de por medio. Tuvo miedo y me rebelé. Quise ponerme otro chándal más, por si ya fueran pocos y variados, una capa más del árbol que ella afirma que soy. Fue la gota del desborde. Y ahora estoy aquí dándome cuenta de que de algún modo la quería. Pero de nada me sirve ya.

En esto desperté. A ver cómo lo cuentas, me dice Duke. Tal cual lo soñé, respondí.

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sábado, 11 de junio de 2011

BASTÓN INTELIGENTE



Después de la bronca a los periodistas antes de su ingreso en una clínica madrileña porque “estáis empeñados en matarme”, el Rey recibió el alta hospitalaria, que no médica, el pasado domingo y, rodeado por los medios, salió del Centro contento y sonriente. No habría podido ser de otra forma porque siendo importante ya de por sí el éxito de la intervención a que fue sometido, no lo es menos las facilidades que se le han brindado para su recuperación. Y es que unas muletas así no se las dan a cualquiera. Provistas de amortiguación, luces y claxon, da toda la impresión de que andan solas. Son el Ferrari, el último grito, la repanocha de las muletas. Las que, pasado el tiempo e introducidas en una urna blindada, serán admiradas por los adeptos al Juancarlismo como las primeras inteligentes de la historia de la Ortopedia. Un símbolo más de nuestra monarquía que camina con alguna dificultad. No hay más que ver el curioso debate que una joven mantuvo con el príncipe reivindicando un referéndum para reinstaurar la república. La tercera.

También como símbolo de mandato municipal, es el bastón de mando el que esta semana interesa. Por él lucharán hoy sábado muchos candidatos para hacerse con el sillón de Alcalde. O de Alcaldesa. Es éste un bastón de los de antes, desprovisto de nuevas tecnologías, pero apetitoso donde los haya. Un bastón sin freno pero dotado de algo muy importante: la marcha atrás. No tardaremos en comprobarlo. Algunos y algunas que lo fueron y volverán a serlo, en algunos casos sin la holgura que tuvieron para gobernar, merced a los pactos se verán obligados, y también obligadas, a dejar sin efecto decisiones adoptadas cuando lo mandaban todo y entrar por el aro de la negociación, el cambio de cromos o el agache de orejas, ahora que mandarán menos. Y en muchos casos no les servirá solo con el Bastón, sino que tendrán que agarrarse a las muletas. Como don Juan Carlos. Cosas de la política y de lo efímero del poder.

Lo que pasa es que el reparto que han deparado las recientes elecciones es tozudo. Y cuando en otras ocasiones todos los grupos presentaban a su candidato, en ésta muchos se retiran del ruedo, colocando frente al toro de la crisis y las arcas vacías al partido más votado. Arréglatelas como puedas, parecen querer decir con esa cómoda postura. Así es que muchos alcaldes y alcaldeas sudarán tinta en este mandato, sin que sea descartable que algunas y algunos abandonen sus sitiales buscando mejor acomodo para sus económicas y políticas pretensiones.

Es prometedor, por tanto, el futuro próximo. Interesante y estresante, que diría un viejo conocido del celuloide. Los más necesitarán de bastones inteligentes para esta legislatura. Con amortiguación, luces, bocina y, sobre todo airbags. Eso no lo tiene Sumajes. A Él no van a lloverle los golpes por todos lados.

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martes, 7 de junio de 2011

TO ER MUNDO E GÜENO


En el parque de Sama, a la altura del monumento erigido a Dorado, hay cuatro bancos dispuestos en forma de “U” donde suelen sentarse miembros de una tertulia de hombres mayores, casi todos de boina y bastón. Por cierto, ¿recuerdan aquel de la lista para los futuros muertos (“Días de muelle flojo”, LNE 10-10-2010)?, pues en esos bancos se sentaba, y allí adjudicaba a los conocidos días de caducidad, olvidándose que él mismo la tenía cercana porque a los pocos días de la publicación de aquella columna el hombre se fue al otro barrio. Sin avisar. Durante diez o quince días después de su muerte nadie de los de su grupo se sentó en aquellos bancos. Son bancos novelescos, al igual que aquel del parque de La Alameda en Santiago de Compostela donde son famosas “As duas Marías” y también la eterna sentada de Don Ramón del Valle Inclán en un banco como los nuestros, pero de forja. Volviendo a lo doméstico, hace unos días, cinco o seis ancianos de los habituales estaban reunidos en el lugar platicando de sus cosas cuando un hombre de unos cuarenta años llegó sujetando con una correa a un “canis vulgaris”, esto es a un perro de los que ahora llaman “mil pichas”. Le pidió al anciano que permanecía de pie que le hiciera el favor de sujetar al chucho mientras él iba a los cercanos aseos. Lo hacía ostensiblemente apurado, sujetándose la entrepierna. El hombre cogió la correa del perro y el otro se fue corriendo a los servicios. Al menos ese fue el ademán que hizo porque al llegar a la puerta, miró hacia atrás y al ver que no le veían, se dirigió a una cafetería cercana. Lo que le apuraba era tomarse una pinta. O media docena.

Mientras tanto el anciano nervioso sujetaba celosamente al can que, también inquieto y enhiestas sus orejas, miraba en la dirección por donde se había ido su irresponsable dueño. De pronto pasó una perrita y el cánido se puso como loco a intentar percibir el aroma que desprendía la dama. Para ello iba de un lado a otro enrollando la correa en las piernas del anciano, y éste girando torpemente sobre sí mismo para desenrollar la puñetera cuerda hasta estar a punto de dar con sus viejos huesos en el suelo. Cuando dos de sus compañeros se levantaron para ayudarle el can comenzó a ladrarles desaforadamente, pensando que querían quitarle su ligue. Y en esto, después de quince minutos, llegó el amo, con un breve gesto dio gracias y se iba a marchar como si tal cosa, cuando tres de los ancianos incluido el buen samaritano le rodearon diciéndole que ellos mismos, prostáticos todos, nunca tardaban tanto en echar una meada. ¡Cara dura!, remataron. ¡Sivergüenza!, concluyeron. Y el otro se fue de allí a buscar a alguien que le hiciese el favor se sujetar a Toby mientras se tomaba otro vino. O medio litro.

Este episodio que termino de contarles lo presenció Duke desde enfrente, donde el otro monumento, el dedicado a Don Luis Adaro, más conocido como “La Carbonera”. Allí en su cesta, donde recoge el carbón, bajo la atenta mirada de la señora Duke se sienta y observa. Igual que Don Ramón que seguro no participaba de aquello de “To er mundo e güeno”.

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domingo, 5 de junio de 2011

MÓVILES, PEPINOS Y LA MADRE QUE LOS PARIÓ


Lo que tiene disponer de tantos institutos, facultades y organizaciones para investigar es que en algunas ocasiones, como éstas, la lían parda y no hay quién se aclare. Primero dicen que la bacteria “E.coli” es la causante de las muertes en Alemania, concretamente en la zona de Hamburgo, y le echan la culpa a los pepinos españoles de forma que aquí se tienen que destruir las cosechas al tiempo que los trasportes de la mercancía verduril tienen que regresar tal y como se fueron. Se especula con la variante O104:H4 y, después de unos días, concluyen en que el foco no está en el pepino español y empiezan a buscarlo. Más tarde, desde la OMS, afirman que puede ser una mutación de la puta bacteria o una nueva cepa que bautizarán con otra matrícula, y luego que es posible que no se trate de los pepinos, ni los tomates, ni de la madre que los parió. Y siguen investigando sin tener pajolera idea de dónde encontrar el dichoso foco de infección, mientras los barones del pepé posan ante las cámaras comiéndose unas rodajas para demostrar a los cabezas cuadradas de los teutones y a los demás componentes de la UE que la verdura andaluza goza de buena salud. Los pepés comiendo pepis. Pa decojonase, colega. Mientras tanto, ya hay dieciocho muertos, cientos de hospitalizados y, hasta que den con el bicho ese, la que te rondaré morena.

Y mientras sigue el debate y la crisis del pepino, llegan los omnipresentes estos de Ginebra -O.M.S. son las siglas de eso- y dicen que el uso de los teléfonos móviles puede causar cáncer de quijotera. Puede, quizás, tal vez, “alomojor”, como diría el otro. Hay que joderse. Hace años ya que viene diciéndose algo parecido. Que su uso puede ser perjudicial para el corazón, para los riñones, para los cataplines o yo qué se. Otra vez lo mismo. No han investigado lo suficiente para concluir inexorablemente la certeza de la posibilidad, sin que les quepa la menor duda. Claro, o es cierto o tan solo es posible.

Más tarde vendrán a hablarnos de “probabilidad”. Vamos que puede ser probado. Pues que lo prueben. Ellos, los barones y Rita la Bailaora, que ni a Duke ni a quien suscribe nos gustan los pepinos. Nosotros somos del fijo y la berenjena. Y es que adjudicar culpas gratuitamente a los demás es muy fácil, sobre todo cuando se tiene la sartén por el mango y el poder en la Europa comunitaria. Digo yo que ahora tendrán que reparar el enorme daño causado y también los perjuicios irrogados a los agricultores españoles porque ¿quién va a ser el valiente que se meta una ensalada con pepinos o un gazpacho entre pecho y espalda? Su propio nombre lo dice: pepi no.

Dirán ustedes que esto que acaban de leer es poco serio. Y Duke les dice: ¿acaso es más seria toda esta historia de móviles y pepinos?, ¿hay seriedad en estas instituciones europeas que en tiempos críticos nos hacen gastar una millonada en vacunas para la Gripe A que luego van a la basura y, sin sonrojarse, disparan a diestro y siniestro alarmando a la tropa sin una justificación plausible? Ya les vale, tía.

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